lunes, 8 de diciembre de 2008

ce

no hables de mañana y clávame la mirada
de frente a mi verso muerto
un relámpago seco en medio del respiro
de cien sombras marchando a tu encuentro

solo calla y dime cuántos hilos
forjan esta alma que me escribe
reviéntame los huesos a respuestas
no hables de mañana

que la vida es un suspiro en el agua

sábado, 4 de octubre de 2008

Jargüento perdido

Con afan de insecto,
esta maldita tarde, esta tibia, y vacia tarde,
Amo tanto la vida, adoro tanto el respiro,
bocanadas pequeñas e interminables de fin
Esta bendita tarde logro volar en el celaje umbroso
de tus recuerdos tibios,
Tus ojos claritos y distantes
nadando en la saliva de mis palabras
chocando con mi lengua en beso tácito
en canto mustio, me cuelgo a las pieles del cielo
Me deshago y vuelvo a armar
soy viento, suspirando en los espejos claroscuros
vomitando mi felicidad

me pego las alitas de arena,
cosiendome un sendero
Por las astillas de una cruz ensangrentada
Por las espinas de una garganta callada
en las aguas de mi cajita musical
en los ritmos de tu pecho tibio
con tu recuerdo aferrado a mi herida
sangrando y sangrando
hablando las penurias y alegrias
tan tuyas,
cerrandose cada verso, despidiendome cada palabra
cada trozo de carne abierta, cada segundo
De tiempo seco y viejo, de tiempo muerto
Una pena irremediable abriga mi viaje
Una penuria ominosa
Conversando con la felicidad mas grande
Con la risa mas nueva y floreciente
Con el alma bailando en la garganta
Y todas las poesias secreteandose en mi vientre
Comienzo a escupir fuego
Vuelo saludando al cielo roto
Buscando tu pista
Despidiendome desto y de aquello
En ese limite de sueño y locura
En ese infinito de realidad falsa y soledad engañosa
Hablo con todas las bocas existentes,
Me deshago expeliendo todos los rostros del mundo
Me hago larva para nacer verso
Me hago un espacio en tu memoria
Quemando todos los papeles, todos los tiempos
Todos los dedos torcidos, las manos, la lengua, la herida:
tragedia tan humana de vivir muriendo,
Corriendo el tiempo y callando uno
Mirando el chal de la noche sobre el techo del mundo,
Roto, fracturado, el alma del hombre encerrada
En un baile de muerte, en un compas inicuo
La victoria de nuestros lomos aplanando el suelo
Hastiado como bloque de plomo
Del golpe seco de nuestra misera inexistencia
Cada sonido de la musiquita cruel,
De la razon, de la logica, del infiernillo terrenal
Del occidente,oriente no te salvarás
Del cielo, del cabello desaseado de dios,
La sonrisa de la calavera,
Me muevo sin cielos ni superficie
Crujiendo como letra de barro
Escapando de las capas sempiternas
Bailandole en la espalda a la realidad
Con un fusil de brazos
Escrutando mis sonidos y colores
En el sinsentido, en mi universo.
De las agujas invocandome a despegarme de las alitas
Del brillito en la reminiscente imagen de tu boca sonriendo
El sol sobre mis letras, el contorno de tus labios interminables
En la ultima caricia,
Es que estas tan lejos,
Y esta tan cerca la mirada fija
De la ternura trastornada.

La sonrisa de la calavera,
Me muevo sin cielos ni superficie
Hablo con todas las bocas existentes,
Me deshago desdibujando todos los rostros del mundo
Me hago larva para nacer verso,
Con las rabias apretadas de un jarguento*,
Con la inocencia de un rostro trémulo


* Los jarguentos son criaturas pequeñas, nunca mas grandes que la
orilla de una palabra o el suspiro de un gorrión.
Suelen habitar los entremedios de versos afectivos y aveces irascibles aunque en las temporadas más cálidas emigran hacia la placidez de sueños infantiles.
Su cuerpecillo se conforma con un tórax cuadrado, unas patas alargadas y frágiles que se pierden como lagrimones en el abajo y una cabeza similar a un revólver que generalmente observa curiosa, dos alas coleópteras, hambres omnívoras y una cola en punta.

martes, 30 de septiembre de 2008

La boca

Hay un mar crispado en tus dientes,
una resolana de espinas enemigas, y las figuras ya no valen, como el pan añejado que es tu lengua charqueada, jamas te la tragas, aunque es seca, es la loca tierna de tus memorias. Que se aprenda el sentido exacto de las cosas, su funcionamiento, su esclavia negra, ¿hacia donde se tuercen los vientos, desde la estepa, desde el mar donde cargan su raiz pesada, la gorda floja?. Inquitense mentes tremulas, que en este resistero del tiempo las comarcas caen gritando gritando hacia las piedras, esa piedras lavadas hasta las cuchillas, que son cabezas no acostadas, que piensan y crean y matan y quedan rajandole la guata al agua de la cascada y de pronto ya estas en el cielo, colaborando al celeste contigo, otro puntito celeste que no cae nunca, porque no pesa lo suficiente, por que no quieres caer porque sabes que nada mas eres una nube.

La prueba remota de que eres boca, es que sangras por las encias, por entre lo hirsuto de esos soldados desgañitados. No te tengas fè, boca, las expresiones mas hondas de belleza las conjuntas tu, con el vacio misterioso de tu fondo inapañable, que se escurre del rojo vivo de tu caverna, del cielo que celeste se eleva hoy sobre la estepa, que huye tambien de ti, de las larvas, de las metmorfosis, y de todo eso que dice cuando pareces dormida.

Por ESTEPARIO

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La fiesta de las moscas

“Envenena sus estómagos de la amargura mas áspera y dolorosa, que se les queme la boca al nombrarte, que se les caigan los dedos cuando te señalen y que enloquezcan cuando te piensen.”


Sus bocas eran moscas.

Haces el ultimo de los intentos, pero no puedes mas, pierdes la velocidad cristalina, suave danzarina negra, estas medio muerta en el aire, y espías sus pensamientos, pero no todos, solos los que te piensan, los que te son dedicados como un puñal o una bandera, esos pensamientos de enjambre, los juntas, se pegan y encuartelan entre tus hilos pensativos pero se salen y chocan en elipses marítimos, entre tus ideas. Llenas de tormentas sus músculos minuciosos, los estiras de sorpresa, los contraes en el recelo mas intimo, abominables seres los que observan tu muerte porque ahora tu los inventas en el sacrificio, los fundes a tu estrellato, a la pavura de los concebibles, eres heredera de sus complexos, vanidades, sus poderes y sueños. Te ven caer desmoronada hacia lo inimaginable, entonces no saben que caes con sus almas a cuestas, cabalgando en la caída del fuego, no saben que caes sobre ellas mismas, sobre su indiferencia al futuro, sus monstruosidades, sus formas malignas. Y las cuelgas a tu cuello, sus millones de miradas, entre ellas las absortas, que ruedan por tus cascadas de carbón, las espantadas, que se revuelcan en tus ideas más frías y afiladas, las imprevistas, que de pronto se hallan encalladas en tu tormenta cerebral, de paciente observadora.

La verdad es más cierta cuando caes, cuando mueres en el aire. Solo cosas como esas son las que lees, como palabras retorcidas, derretidas aun, en sus minúsculos cerebros verdes. Buscas que te envidien, aunque sabes que es así siempre, que vuelas y mueres al mismo son de sus giros, de sus millones de ojos que giran contigo, con tu trashumancia de moribunda aérea, con la transparencia peligrosa, infierno de alas tegumentarias. Muerta te armas, eres mas mosca que nunca, y ahora que buscas sostener el vuelo, una bolsa en un torbellino, te enamoras de ti misma, de tus pelos que gritan en los rincones, que se abrasan, se acuestan y se levantan rápidamente, como buscando dormir y no ver nada, no ver como te estrellas. Hacen memoria de cuando te asoleabas por la mañana, sobre el marco blanco de esa ventana manchada por las hojas y el sol. Espiabas al mundo sin ser vista, un cometa hecho de sombras, eras una soledad, más bien una pequeña soledad mutante, el resentimiento irresoluto de las sombras que se retraen bajo las cosas.

El sol empapaba de luz tus visiones, por cada rama de tus alas eran conducidos los fluidos luminosos de la gloria vespertina, esa que traspasaba en voluntad nutricia los tejidos de la vida. Emana de tus movimientos celosos el escándalo que te has hecho con los minutos, ahí, detenida sobre aquel paso de luz extraterrestre, anuncias los placeres que rechaza el hombre, los lanzas sobre su plato, en forma de retazos orgánicos, goces húmedos, ideas tan áureas como siniestras. El los observa y los desea, huele su hedentina aguda, soñolienta, no la prueba, no soporta el placer que aspira por los ojos, y estos saltan, vibran y se llenan de leche, al tanto que su boca se abre como ano satisfecho, se inquieta su lengua, un instrumento feroz, torturante en estos momentos de tragedia, que se revuelve en su lecho de babas, contradiciendo la entereza de los dientes, blancos, formados y firmes. El hombre fallece, no se mueven más sus órganos, y se queda ahí, sentado, con la mente torcida hacia el quinto infierno, las manos artríticas, el pecho hendido, apretando al corazón, que lleno de sangre, de sangre trancada, con esa untuosidad de juez mortuorio, que inquieta a sus poetas, los enfrenta contra un oscuro pasadizo, su misterio púrpura, esa profundidad seductora que poseen los líquidos vitales, el bajío de la vida en lo mas espeso de la sangre.

Y tu, mosca negra, mecanismo de demonios, que traes montada la cura para todos los dolores, solo te paras sobre el marco blanco de esa ventana, frente al mundo, que pende de un pellejo, que cuelga desentrañado por un gancho curvo, goteando su tiempo por las narices, con la vista posada en algún recuerdo feliz.

Siempre ha sido el tiempo, la hora, el momento sospechado, pero has sido misericordiosa, solo has observado, y aunque ahora mueres entre tus hogares de aire, entre el palacete de las almas penantes, haces de los demás una fiesta, haces de sus miradas un réquiem deshonesto, la impresión de cementar sus corazones o la de subir una escalera ardiendo hacia tu pecho. Por que te mueres con todos esos ojos adheridos a ti, porque son tuyos, las flores en tu entierro aeronáutico, derramas sobre la muerte sus gestos y su vibra.

No te inquietes mosca negra, amada mía en estos momentos de misterio, únicamente te pido seas la sombra que destemple al mundo, que robe sus ojitos celestes, su sonrisa desierta, inútil, con la que envenena mis sienes cuando duermo, cuando deseo. Y así como untabas con tu figura despiadada, de hermoso ejemplar del miedo, los paraísos con que admiro los objetos, siega mis visiones de toda realidad practicable para hombre o mujer de este mundo. Hazte mi camino y mi luz, el sendero hacia lo inconcebible por mente maestra que habite cabeza en la tierra. Y no me perdones jamás si te fallo.

Te prometo coger al cielo por los cabellos, arrastrarlo a la deriva de lo tuyo, de lo más nuestro entre pocos, y ahogarlo en la orilla del mar, que se llenen sus parpados de nuestra arena, te juro respiraciones desesperadas, aletazos sobre el agua, estrellas sobre la alfombra, que se enarbole su corazón en un grito de espanto contra la arena húmeda, que reviva las napas, que florezcan y se extiendan arrodilladas hasta ti y tus articulaciones dionisiacas, de parto fantástico entre todas las especies.

Y te prometo además, el genero de las luces, un vestigio etéreo, te prometo la dama celeste, un astro posado en la tierra, que toma forma de dolor y pasión como los ojos cuando se cierran y regalan sus parpados al mundo, eso puede ser ella para ti, un artefacto mentado por el tiempo, que va con los ojos cerrados esperando confiado estrellarse con los tuyos, una amor aleatorio.

Entonces tú vuélcale la vida, el vaso de leche sobre el vestido de princesa

Chúpale cada una de sus patas, lucen el petróleo más alucinante, el grito más nocturno

Solo por ti, por el toro alado que las seduce. Hazla nave sanguinaria contra el mundo

Que avecine tempestades con sus jugos, con su vientre que insulte a la omnipotencia en sus palacios.

Roba sus niños, hipnotízalos desde sus lechos, que se rompan sus caderas en la humedad más placentera, en la fruición de sus cuerpos con el dulce canto de tu mosca herida.

Besa sus ojos como a sus mujeres, embadurna su frente de los humores despiadados, de los asombros primaverales, de espejismos crepusculares, de mucosidades flameantes. Y jamás olvides tus millones de reflejos, jamás olvides el tornasol de la moribunda enamorada.

Jódela como a la belleza, que suda tus colores tremebundos cuando se enferma, ahí, sola sobre su camastro, esperando ser tuya una vez más, humedeciendo su cuerpo, y este atornillándose en tu delirio mientras el sol se alienta de no ser visto, por los visillos negros de la ventana con marco blanco en que te paras…Y ya no puede mas la belleza. Se inunda de gemidos su cesera amplia, de planicies y océanos, sus bracitos blancos se derriten como la cera, sus pechos se desinflan y sangran, ella sangra entera, por los ojitos negros, por las uñas, y nadie hace nada, los objetos la celan y la odian por haber sido tu carne, tus manos, tus millones de ojos.

Y la que ahora es tu carne, ese atado de placeres que bombeas bajo tu vientre, quiere ver, distanciarse hasta una esquina de la pieza, ver que le hacen el amor a otra mosca, a su madre, a su hermana, a la orquídea del florero, o al florero. Pero ni siquiera puede ver, sus ventanitas se apagan con el mundo, con la realidad, para ser reemplazadas por destellos rojos, algunos anaranjados, y formas que se fusionan y dan paso a otras formas, aun más impredecibles e indefinidas.

Tú aleteas sobre tu nave, encausas los cirros hacia sus portales majestuosos, la llenas de muerte vaporosa, de esa que entró con las plagas en los lechos pueriles de Egipto, pero ella no muere, algo que no es sobrenatural en tu mundo, allí la muerte es un placer más, y para ella es la transformación, una metamorfosis dolorosa, mágica. Por eso lo haces con amor, con caricias atormentadas de tu obra, que ya se apaga para brillar como nunca, que ya no bate el tórax, que se desploma por pata, que tuerce rendida su trompa, sus alas se relajan y cierran.

Un diminuto cortejo surca el cielo, el cielo se queda en silencio, en el más prolífico de sus silencios. La figura muerta envenena el cielo, el aire se apaga, ya no fluye, se desploma herido en forma de escarcha invisible sobre sus cabezas, y todo sigue en secreto. Ya no hay mas rastro de vida que ese cuerpecito que cae vertical, ese carboncito apaciguado, esa ventana a mi mismo. ¿Cuándo será el momento, amada mía? ¿Cuando cesara la febril impotencia que me asota? ¿Cuándo apagaras la sonrisa que lleva el mundo entre sus manos?

¿O es que acaso me merezco esta vida de quimera?

jueves, 21 de agosto de 2008

EL LETEO


Alma sorda y cruel, ven a mi pecho,
tigre adorado, monstruo de indolencia;
yo quiero hundir mis dedos temblorosos
en el denso espesor de tu cabello;

en tus enaguas llenas de tu aroma
sepultar mi cabeza adolorida,
y respirar, como una flor ajada,
el dulce tufo de mi amor ya muerto

¡Más que vivir, dormir, dormir ansío!
En un sueño tan dulce cual la muerte,
pondre mis besos sin remordimientos
en tu cuerpo pulido como el cobre.

Para enterrar mis calmados sollozos
no me sirve el abismo de tu lecho;
vive en tu boca el poderoso olvido,
y el Leteo en tus besos se desliza.

A mi lado, desde ahora mi deleite,
he de seguir, como un predestinado;
condenado inocente, dócil martir,
cuyo fervor aviva su suplicio,

para ahogar mi rencor, he de chupar
la piadosa cicuta y el nepente
en las agudas puntas de este pecho,
que un corazon jamas ha aprisionado.


Boudelaire

"Las Flores del Mal"

sábado, 12 de abril de 2008

doble concierto para cigarras en mi mayor ( i )


a todos y cada uno.



io soi ese que cegado en alcohol
borrado en estupidez entierra el puñal diecisiete veces
soi el maldito escupido
luego de orinar al bulto inerte

io, si, lo afirmo i reafirmo, lo juro

soi el que le prende fuego
el que roba tu substancia
el que te rie
i te odia

soi quien se entromete en las niñitas
de tu familia
el que le besa el bajo vientre a tu madre sin persignarse
el que te vomita las escaleras

¡ io lloro tus lagrimas tambien !
¡ calmo el temblor de tus espasmos !

i luego te escupo sin matarte
me vengo dejandote viva
te lleno de angeles las calles con mierda
cinico cerro invertido de valientes perdidos

¡ el aliento de los tuyos se detuvo !

si me preguntas , callare
si me rezas, te rompo los dedos

el tiempo no es mas que una mosca tuerta chocando contra la misma pared

la pared contra la cual ansias
reventarme los cesos
pero cuidado, un ceso que descanse en tu rostro
te secara los ojos, los dientes te los hara papel

sábado, 22 de marzo de 2008

Partitura En Numero Negro de Sinfonia para Ratas Muertas Version para Apocalipsis En Re Mayor Disminuido



Llora en violetas, llora en rosas y claveles secos

llora cuerdas cuartas de guitarras nuevas
algunas otras veces llora tambien once trocitos de hilos rojos
llora mascaras llorando
jamas la veras llorar
el dia que logres pintar su llanto el aliento se te arrancara
mil mares adentro
la muerte te atropella
el sonido de su llanto es el de todas las canciones
el aire de su llanto te toma entre sus brazos como todos los brazos
solo quiero crecer y ser un niño
volando entre dolores de azufre cae su llanto feliz
buscando la manera
de dormir en la cima de un alfiler
y despertar en el suave pliegue de un elefante
refresca mariposas tremulas
moja estas palabras, las tuyas, que son las mias tambien
y las no escritas que son del gobierno de las esquinas
QUIEBRENME LAS PIERNAS
intenta inmortalizarse en gotas de su alma furiosa
intenta dormir en la punta ultimoespacio del alfiler
ensangrentado
intenta taparme los ojos con sus manos heladas y
suaves

lo lamento pero es demasiado lo que hay que ver
aunque dè asco aunque se acaben los dias
aunque mis piernas permanezcan intactas
aunque siga llorando por sus ojos