lunes, 14 de enero de 2008

CAZAR CACTUS

PRIMERA PARTE_Los cactus recios

Los cactus recios, imponentes, coronando la resistencia con dolores espinudos, conversaban entre ellos silbando sus malformaciones, aparentemente pasivos, aparentemente en paz con todos, incluso con las piedritas rejuntadas a sus pies, de ojitos tintineantes, soldaditos de plomo que se quejan al sol, de ser lampiñas, de no tener ni espinas ni colores que ostentar. Los cactus, cautos, solo saben mirarse de cerro a cerro, con la paciencia que solo el sol les ha enseñado, esa que crear muchedumbres rocosas, arenosas, pardas, inmoviles para todas las formas de vidad: los cerros del desierto.



Pero esto no es una apologia al desierto ni a sus habitantes, este es un cuento sin aventuras ni amor, todo eso se les deja a los hombres, este es un cuento que retoma una idea muy antigua, la de las ABSTRACCIONES DE SANGRE. Aunque es preciso explicar las motivaciones, no se puede, de hecho, seguramente aun despues de relatado el cuento, no encontraran relacion logica con su concepto de fundacion, pues ese sera el primer sintoma de la ignorancia.

Las piedrecitas de plomo, forjadas en el espacio, pintadas por la tenue soledad luminica de las estrellas, como buenas soldaditas del sol, nunca rompen filas, observan moralizadas y absortas a la vez a su enemigo, pacientes la orden aguardan, guardan pelos en la boca, muñitos, descalabros, desesperaciones, asfixias, mutantes con otras corren los riesgos de la guerra en sus cabezas secas. Ellas no lloran a sus caidos, porque nunca caen. Ellas no sangran, porque jamas las hieren. Ellas no pierden, porque no se mueven. Pintan con paciencia los montes, una a una, las migas del gigante come piedras suspiran con la venganza ignota, la venganza de no ser bellas, la venganza de las piedras. Por si rompieran silencio, se han hecho piedras. Por si sintieran dolor, se han hecho piedras y por si tuvieran misericordia se han hecho muertas. Ellas saben de victorias, claro que saben de victorias, durante millones de años han sido pulidas por la victoria, la victoria de las piedras es leyanda en el cielo, pero no en lo llano de la tierra.
Los cactus, los cactus son de la tierra, nacen en la tierra donde ha fluido primero la primitiva agua, la señora patas largas que no perdona ni a la mas minima inmortalidad, la señora sin corazon, la señora que detiene sus latigosos pasos para tomar sus polleras y mear donde le caiga en gana. Los cactus nacen de esa excresion, las espinas las coleccionan desde niños, estimulados por sus padres, les cuentan historias sobre soles que pasan cada dia, barriendo del cielo los algodones y las penumbras, sobre bestias rastreras, bestias moviles y otras atrocidades de espanto; los ascendientes hablan de todo, menos de las piedras, jamas las nombran ni susurran, tanto asi, que los cactus crecen sin verlas, y asi nadie puede mencionarlas.

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